Desde muy pequeño tuve inclinación especial por las cosas de Dios. Recuerdo haber llorado mucho cuando en una película vi la crucifixión de Jesús, teniendo tan sólo cuatro años de edad; también acostumbraba preguntar mucho a mis profesores de Biblia, tanto en la iglesia como en el colegio. Con el pasar de los años, esa sed por las cosas de Dios no disminuyó, antes bien, se incrementó grandemente.A los 14 años de edad asistí a mi primer campamento cristiano. Aunque desde mucho tiempo antes había tenido oportunidad de asistir a otros, no lo había hecho porque no sabía nadar; entonces prefería evitar enfrentar la presión, que seguramente me harían los demás, para entrar en la piscina. Sin embargo, de este campamento no me pude escapar (y gracias a Dios que no pude). El nombre y lema del campamento era “Heme aquí, envíame a mí” el canto oficial del evento era uno que llevaba el mismo nombre de la actividad. Esa fue la primera vez que escuché mencionar el nombre de un tal “Marcos Witt” que decían era el autor del canto lema del campamento. Él no estaba en la actividad pero en diversas oportunidades entonamos cantos que habían sido compuestos por él.
La segunda noche del campamento, escuchamos una emotiva y desafiante predicación en labios de Bladimiro Vásquez Junior; quien en ese entonces era líder del grupo juvenil de la iglesia Visión de Fe. Durante su disertación habló de los llamados que Dios hacía a cada vida, y que en algunos casos eran “a tiempo completo”; yo había escuchado esa frase antes sin llegar a entender bien su significado, pero esa noche, esa frase revolucionó mi vida completa. Cuando el predicador hizo el desafío a los jóvenes que querían comprometerse con Dios para servirlo “a tiempo completo” a partir de esa misma noche; me encontré en un mar de lágrimas provocadas por la intensidad del compromiso que esa noche hice delante de Dios. Recuerdo haberme dado cuenta que en mi vida yo no sería feliz si no estaba sirviendo a Dios; y le pedí a Él, con todas mis fuerzas, que me usara para su obra aquí en la tierra.Terminado el campamento, comencé a buscar en qué podía servir a Dios; entré a un grupo de oración en la iglesia, me involucré en el grupo de servidores que daban la bienvenida para el servicio infantil etc. sin llegar a estar plenamente satisfecho con mi trabajo para Dios.
Continúa…