Requisito básico para liderar en la iglesia

Jesús le respondió: —Te digo la verdad, a menos que nazcas de nuevo, no puedes ver el reino de Dios.” (Juan 3.3, NTV) 

Aunque puedan tener muchas similitudes la forma en que se administra una empresa secular y la forma en que se administra un ministerio cristiano en su esencia son completamente diferentes. Por lo tanto los estándares para medir su éxito serán diferentes y las personas adecuadas para administrarlo podrán tener habilidades similares pero sus metas serán diferentes. En años recientes con el tremendo crecimiento numerico que han tenido cientos de congregaciones cristianas en latinoamérica y Estados Unidos se ha requerido de una mayor capacidad y preparación administrativa para liderar las distintas áreas de ministerio que estas tienen. ¡Gloria a Dios! Por ese crecimiento y esa cosecha tan grande. El problema se da cuando en algunas oportunidades poco a poco y casi sin darse cuenta se ha comenzado a colocar en puestos clave de liderazgo cristiano a personas de gran capacidad administrativa aunque sus vidas no reflejen que tienen una relación personal diaria con Jesucristo. Mostrar una vida disciplinada con valores morales similares a los del cristianismo se ha vuelto suficiente para otorgar las riendas de un ministerio cristiano a alguien de gran talento administrativo. Esto con el paso del tiempo terminará perjudicando grandemente a la Iglesia de Cristo.  

Jesús dijo: “a menos que nazcas de nuevo, no puedes ver el reino de Dios” ¿Cómo pues podra alguien administrar dentro del reino de Dios si ni si quiera lo puede ver? 

La persona nacida de nuevo en Jesús se identifica rápidamente por un cambio absoluto y radical en sus metas; Sus palabras y acciones inmediatamente reflejan la influencia que están teniendo el Espíritu Santo y la Palabra de Dios en su forma de pensar. Ese cambio drástico es el regalo de Dios para todos los que creen en Él y es llamado nuevo nacimiento.

pero a todos los que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios. Ellos nacen de nuevo, no mediante un nacimiento físico como resultado de la pasión o de la iniciativa humana, sino por medio de un nacimiento que proviene de Dios.” (Juan 1.12–13, NTV) 

La persona que va a administrar un ministerio cristiano tiene que ser indispensablemente alguien nacido de nuevo en Jesús, un verdadero hijo de Dios.

Mi estimado lector o lectora, es tiempo de que nos evaluemos a nosotros mismos.

Así que, amados hermanos, esfuércense por comprobar si realmente forman parte de los que Dios ha llamado y elegido.” (2 Pedro 1.10a NTV) 

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